Las expresiones de dolor, tristeza, pena, poblaron las redes sociales cuando se conoció la inesperada noticia de la muerte de Daniel Bereau.
Daniel fue un apasionado periodista. Y si bien hace ya varios años estaba radicado en Viedma, dejó una huella muy marcada en Bariloche. Por su capacidad, y especialmente, por su inmenso corazón. El periodista Enrique Pfaab escribió lo que sintió apenas se enteró de la noticia.
Gracias, Daniel
Te recuerdo más o menos así, como en esta foto. Claro, cuando nos conocimos éramos más jóvenes. No sé si lo sabías o lo recordabas, pero la primera nota que escribí en mi vida, la revisaste vos como secretario de redacción.
Creo que fue por el 93. Yo no había escrito jamás algo parecido a una nota y ni me había imaginado hacerlo algún día. No había usado jamás una computadora y, ni siquiera, había puesto mis dedos en un teclado.
Pero resulta que buscaban a alguien en el diario y al negro Daniel Ortiz se le ocurrió que yo podía hacer ese laburo y me mandó, con la única instrucción de periodismo que había recibido en mi vida. “Recordá: en el primer párrafo respondé: qué, quién, cómo, cuándo y dónde. En cinco líneas. Después vas desarrollando”, dijo el inconsciente ese.
Y fui. Y estabas vos de secretario de redacción y me tenías que tomar una prueba. Me diste alguna cosa, un par de datos para armar una nota.
Me senté por primera vez en mi vida en eso que era una Commodore 64 y, a dos dedos y sin sacarle los ojos a las teclas, armé lo que esperaba fuera una nota.
Preguntando a cada rato como se operaba esa máquina infernal, grabé la nota en esos diskettes blandos que ya nadie recuerda, y te la llevé a tu escritorio.
“Sentate acá, al lado mío”, dijiste, y abriste la nota, la leíste y me dijiste: “Tranquilo. Vos sos para esto”. Y listo. Nada más.
Creo que teníamos más diferencias que parecidos, pero nos unían infancias barilochenses más o menos similares. Por eso, me parece, seguimos en contacto a través de las redes y nos reíamos de algunos recuerdos.
Hoy, hace un ratito, justo antes de sentarme frente al teclado para comenzar mi laburo de domingo como hago desde hace 27 años, me entero que te fuiste, que se te dio por morirte.
Y creo que te lo dije alguna vez pero hoy, en este momento, quisiera recordártelo, recordármelo. Si no hubieras sido tan generoso ese día del 93, posiblemente yo hubiera seguido buscando el rumbo.
Entonces gracias, Daniel. Por mí; por mis hijas, que he alimentado con este laburo; por los caminos recorridos; por las emociones y las lágrimas. Por todo eso.
FUENTE: El Cordillerano y Noticias Rio Negro
No hay comentarios:
Publicar un comentario